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Zapatear Siendo Mujer - Entrevista con Nadia Calmet

Actualizado: 11 oct 2020



Nadia Calmet ejecuta una pasada con las palmas de zapateo afroperuano mientras le sonríe a Marco Campos.

La maestra Nadia Calmet zapateando con el maestro Marco Campos. (Archivo: Nadia Calmet, publicado con el consentimiento de Nadia Calmet.)


Juan: ¿Cómo te iniciaste con el zapateo afroperuano?

Nadia: El arte que me eligió fue la danza. En realidad, la danza folklórica del Perú me llevó a conocer el grupo Teatro del Milenio. Teatro del Milenio me lleva a conectarme no sólo con la danza afroperuana, sino también con la reivindicación, la política, la sociología, la antropología para entender la identidad afroperuana. Uno de los tantos lenguajes para contar esa identidad era el zapateo. En mi época era muy raro encontrar mujeres zapateando. Yo tuve mucha suerte porque tuve de maestro a Lucho Sandoval, director del Teatro del Milenio, seguido de Jaime Zeballos, imagínate un lujazo, y estaba Catalina Izquierdo y Peta Robles, dos grandes zapateando, junto con Rocío Nicasio. ¡Imagínate ese equipo! Era un equipo ideal, y también la exigencia era muy alta, porque ellos tenían muchos años haciéndolo, y yo era la única joven del grupo. Todos estaban a la expectativa de que yo empiece a ganar el nivel que ellos ya tenían porque las giras alrededor del mundo así lo demandaban. Ponían mucha intención.

Juan: Cuando te conocí virtualmente fue de verte participar en contrapuntos. Qué te motivó a contrapuntear?

Nadia: Yo creo que fue la necesidad de visibilizar que haya mujeres al mismo nivel que los hombres. Eso para mí, sin ser tan consciente en ese tiempo como hoy que ahora digo, ¡qué bueno que lo hice! Hace poco me pasaron un video y yo sé que mis pies están temblando porque estoy al lado de Aldo Borja, de Andrés Arévalo, de Antonio Vilchez, y estaba Rafael Santa Cruz animando ... no, no, yo estoy viendo que mis pies temblaban porque había ensayado muchísimo para eso, para que quede perfecto, para no cometer un error, porque además te testeaban si dabas la talla. Porque no era una cosa que se veía todos los días, si era como tu examen, había que sacarse 20.

En ese momento yo lo hacía como “por qué tú puedes y yo no, si tenemos lo mismo”. Ahora, ya mucho más consciente, digo, claro, eso fue importante porque hoy estamos viviendo toda esta revolución femenina que no es reciente, viene de muchos años atrás, pero sí es cierto que las mujeres nos habíamos colocado en el escenario únicamente para la danza y el movimiento. El requisito era moverse y ser linda, y movimientos atractivos, y habíamos caído mucho en este sexismo que tenemos culturalmente...

Era romper esta estructura que solo me vean como la chica jovencita que baila lindo, para que me vean como una persona, una artista que trata de ser versátil y de encontrar muchos lenguajes donde el cuerpo se exprese.

Juan: Ya que has mencionado este contrapunto, ¿cómo fue esa experiencia? hay algo muy peculiar en ese contrapunto, todos hacen pasada amarrada, y eso ya no se ve. ¿Cómo fue ese compartir, cómo te entrenaron, cómo fue esa práctica?

Nadia: Esa fue una clase maestra. El encargado de la dirección fue Pierr Padilla Vásquez de la mano con Rafael Santa Cruz y estaban en la música todos los maestros de la peña Don Porfirio, junto a Aldo Borja. De pronto supe que somos familia. Es hijo del primo hermano de mi abuela. Aldo era bien incisivo, quería que falles, y en el error te ponía el reto, pero lo hacía también para ponerte la valla más alta. Los ensayos eran dirigidos por Pierr pero Aldo chequeando la creatividad de Antonio Vilchez - ¡la creatividad y la agilidad mental de Antonio Vilchez! - y Andrés, que todos éramos jóvenes y jugábamos, porque era eso, era un juego. También era una época en la que queríamos llevar al zapateo a otros ritmos. Entonces, si te fijas al final hacemos un ensamble que queríamos llevarlo hacia Brasil porque en ese tiempo, hace 20 años, queríamos conectar la música del Perú con otros ritmos para hacer la cosa mucho más amplia.

Esos ensayos eran una cátedra, y para mí, honestamente, una responsabilidad cada ensayo. Yo salía de ahí entre lágrimas y alegrías porque decía “¡sí, vamos, vamos!”, y ya, hasta que demostré dar la talla.



Contrapunto de zapateo entre Andrés Arévalo, Aldo Borja, Antonio Vilchez y Nadia Calmet (por orden de aparición).

Juan: En realidad, la coreografía que tuvieron para cerrar ese contrapunto fue inusualmente elaborada. Las coreografías de cierre suelen ser bastante estandarizadas... es una secuencia linda que hacen. ¿Eso idea de quién fue?

Nadia: Fue un trabajo colectivo. Todos estábamos en exploración. Todos veníamos del trabajo del Teatro del Milenio, porque el Trabajo del Teatro del Milenio era así, donde la propuesta era a través de la exploración personal en comunión con la creatividad del compañero. “El compañero propone algo, vamos a probarlo”. De hecho, cuando se juntan tantos grandes sale un resultado como el que tú viste. El planteamiento coreográfico era una propuesta colectiva. Empezaba Pierr: “hemos venido con esta idea”, y Antonio decía “y qué tal si le ponemos esto”, luego Andrés “y esto”, y venía Aldo y decía “no, no, no, chiquillos”. Él era el que ponía los paños fríos porque nosotros 4 éramos jóvenes. Queríamos hacer todo, ¡todo a la vez! y Aldo nos aterrizaba para darle también lo tradicional.

Juan: Cuando hablamos la otra vez, me dijiste: “sí, es en efecto muy importante darle visibilidad a la mujer en el zapateo”. ¿Por qué ahora es importante esto para ti?

Nadia: Ha sido importante siempre. Recuerda que la mujer ha vivido históricamente postergaciones - sociales, culturales, de todo tipo. Yo creo que ahora es importante porque estas redes sociales han visibilizado una problemática que estaba como escondida debajo de la mesa. Los feminicidios, y nos siguen matando por ser mujeres, siguen viviendo con sus opresores dentro de los hogares, la violencia es naturalizada lamentablemente en nuestro país y en muchas otras partes del mundo. La mujer se reduce a la imagen sexista. Nos reducen todo el tiempo. Si eres mujer y eres líder, las brechas son mucho más altas. De verdad que siempre tenemos que esforzarnos el doble para dar la talla todo el tiempo.

El contrapunto que tú ves con Pierr, con Andrés, con Toño y con Aldo tiene mucha comedia, esto de que quiere entrar Antonio pero como es blanco... afirmamos estos estereotipos culturales de que los blancos no zapatean, y luego ya de que zapateó el blanco pues... y además el blanco zapatea mejor que todos. Ya zapateó el blanco, ¿ya qué peor puede pasar? eso era la temática de la escena.

¿Hay algo peor que un blanco le gane a estos dos afrodescendientes en zapateo? Sí, hay algo peor: ¡que venga una mujer!

En el plano macro esta cuestión de que siempre necesitemos la aprobación de un hombre que valide nuestra fuerza. Eso es como una sombra constante. Por ejemplo, yo me dediqué a hacer producciones de gran escala con música, teatro y danza juntas porque ya me había ido muchas veces a Nueva York, había visto teatro musical, había estado en Europa, etc, y eso me había permitido esta apertura de cómo llevamos las danzas a otros niveles. En las redes recién hace 2 años he colgado Juan Palenque, que fue un homenaje al maestro Roberto Arguedas. Yo hice la producción, es que mejor no te digo todo lo que hice ... trabajo de artesano en el Perú, sin recursos, sin auspicios, había que ser desde el que llevaba la carta, pedía el auspicio, tocaba las puertas hasta la coreógrafa, la vestuarista, la que plancha, la que lleva el moño y la que además sale muerta, partida, y tienes que dar la cara en una entrevista. Y en todas las entrevistas, en todas, me preguntaban quién era el productor, de quién era la idea. Yo les decía: “yo escribí el guión, la música es de Roberto Arguedas, y el hilo conductor, la historia, yo la he hecho”. Y era como, “no , ¿pero quién está produciendo esto?”. No sabían de qué otra forma preguntar dónde está el hombre detrás.

Quieren buscar la sin razón porque no comprenden que puede ser una mujer la encargada de liderar, de gestionar, de crear, de estar al frente.


Contrapunto de zapateo entre Marco Campos y Nadia Calmet (orden de aparición).

[Vimos el video de un contrapunto de Nadia con el maestro Marco Campos. Es la primera vez que Nadia lo ve.]

Nadia: Bueno, ahí tienes un análisis alucinante. Yo cada vez lo que trato cuando enseño zapateo es bajarle un poquito el tono de la burla. La comedia y la burla tienen una línea muy delgada. Ahí usamos mucho la comedia, de hecho, pero también es cierto que ese tipo bullying que se hace... porque es así, también que hemos estado acostumbrados mucho tiempo, y más en un escenario donde están viéndote 2500 personas. Eso es muy difícil, es muy, muy difícil. Gente como el tío Marco tienen años haciendo eso normal, eso es natural. De hecho es parte también del contrapunto, muchas veces, también el que se pica pierde. Pero aquí en los EEUU eso no funcionaría, porque aquí es inaceptable el bullying, se mira horrible. Yo cuando enseño zapateo trato de que haya un reto, sí, los juegos de roles han existido y no van a dejar de existir, por los siglos de los siglos... la mujer, suavecita, digamos, y dejarle al hombre que es el que sabe más, y que es mayor... tú sabes, muchos factores que influyen aquí. Y por supuesto, yo utilizo el zapateo para hablar más de la resistencia cultural y menos del entretenimiento, que es lo que tú has visto.

Juan: [A propósito de ganarse el favor de los zapateadores] ¿Tú cómo hiciste para que te enseñaran?

Nadia: Yo no tuve que convencerlos. Ellos me necesitaban en su espectáculo. Finalmente todos nos necesitamos en algún momento. Qué bueno que los tiempos nos hayan enseñado que nada te pertenece, todos estamos creando y reconstruyendo, sobre todo la música y la danza afroperuana que es muy joven. Nada es tuyo. A mí no me da nada de miedo que alguien me quiera copiar. Lo que me hace es saber cuán creativa puedo ser para ir al siguiente nivel, y luego al otro, y luego al otro, hasta que te des cuenta de que es inagotable.

¡La fortuna de crear es inagotable!. Nada te pertenece.

[Conversamos sobre la experiencia de Nadia aprendiendo del maestro Aldo Borja.]

Juan: Aldo Borja tiene otro manejo de la corporalidad que es increíble. ¿Qué es lo que admiras de él? ¿qué es lo que él les transmitió?

Nadia: Yo creo que hay cosas con lo que tu naces. Eso que acabes de decir era totalmente mágico. Él tenía ese poquito extra con el que uno nace, y que en el camino se moldea porque lo vas probando y si funciona lo vas haciendo tuyo y le vas dando cuerpo. Esa presencia que tú mencionas de Aldo es una cosa natural. Tenías que ver a su padre. Él era una copia de su papá. La forma de caminar, de hablar, de gesticular. Es un conocimiento aprendido y heredado.

Cuando tú llevas a la escena tu ser, llevas todo. Por eso es que un artista tiene que preocuparse muchísimo de cultivarse, porque en escena sale todo eso.

Sale tu clase, sale tu educación, porque son cosas que se hacen ad libitum, en improvisación. Y tú no mientes. Si bien es cierto todo está teatralizado y todo está en coordinación hay muchas cosas que están improvisadas y hay actitudes en el escenario que te pueden catapultar también. Entonces si algo me deja Aldo y sus enseñanzas es como dosificar tu talento, cómo gestionas eso que te hace único frente a los demás. Por eso creo que Antonio, que es su alumno, su estudiante, lo entendió ... él es único pues, no hay otro Toño... y eso creo que lo aprendió de Aldo... además ya era el único blanco entre los negros. Ya por eso él había sufrido muchísimo bullying. No le quedó otra cosa que agarrar eso que parecía la dificultad como una oportunidad, y eso es resiliencia. Entonces, creo que ahí está la sabiduría de un estudiante, de una persona que intenta dedicarse a algo, cualquier cosa que sea.

En el punto artístico creo que hay encontrar aquello que te hace único y como un diamante ir puliendo, hasta encontrar tu propia identidad, tu propia versión de ti mismo.

Y esa versión de hecho va mutando. Yo ya no zapateo más como esa Nadia que tú ves ahí. Ya no existe esa Nadia... no existe. Estuvo ahí un tiempo, cumplió ese papel, hoy después de 20 años no es más esa Nadia.

Juan: ¿En qué producción has trabajado con los grandes de la música peruana?

Nadia: (...) Para mí fue lo máximo de lo máximo el último espectáculo que hice en el gran Teatro Nacional. Tuve el lujo, el honor, la suerte, de dirigir el espectáculo que se llamó Festejando la Vida en el 2013. Llevar al Teatro Nacional a un artista afrodescendiente, eso era contestatario, político, transgresor. Me subí al escenario y ver las fotos de Nicomedes, de Ronaldo Campos, y de Abelardo Vásquez y hacer ese homenaje a los ancestros en el Teatro Nacional, todo el mundo me decía “esta está loca”, porque empecé a llorar de la emoción de saber que

Victoria Santa Cruz hubiera estado orgullosa de eso. ¡Hubiera llorado conmigo! y hubiera dicho: "aquí estamos,  en el lugar que nos merecemos después de siglos de opresión y de censura”.

Eso fue maravilloso, y muchas de esas cosas las he vivido detrás de escena. Yo dirigía y además bailaba, que era loca, y eso no lo vuelvo a hacer... Luego me llamaron para trabajar en Jallmay y Brisas del Titicaca, imagínate, las compañías más grandes de folklor del Perú, y la cartelera musical se queda ahí, cuando haces sólo danza. Cuando haces danza, música, y al integrar con el teatro eso se eleva a la potencia. ¡Tenemos tantas historias para contar en el Perú! podría contar historias... trescientas, y todas contarlas diferente.

Juan: No sé qué te puedo decir... es bien impactante porque siento que estoy en presencia de una gran maestra. Quisiera finalmente preguntarte, ¿qué opinas sobre la cultura hoy?

Nadia: La cultura más que nunca tiene que cumplir un rol educativo, un rol de permanencia, un rol de supervivencia, porque la gente a veces dice: “el criollismo está muriendo, y la no se qué está muriendo"...

La cultura no va a morir mientras haya gente como nosotros haciendo lo que creemos hacer con el respeto que queremos hacer.

Yo vivo en los Angeles y vivo haciendo esto, que empezó hace veintipico de años cuando nadie apostaba un sol por mí. Yo tenía 15 años cuando empecé a bailar profesionalmente en un escenario en peñas. Eso era criticado, era imposible, ir a una peña y llegar tarde, la peña era para hombres y el alcohol y qué se yo. Me había adelantado a la época que estamos viviendo ahora, y eso ha sido porque creo que cuando el arte te elige en el corazón siempre hay unas voces que están detrás de ti protegiéndote para llevarte por el camino. Yo he hecho muchas cosas en mi vida. Errores también, por supuesto, pero si de algo me siento hoy orgullosa es de haber creído en esa voz que a mucha gente al principio se le llega a apagar... y ahora mírame, dictando clases de danza.


Entrevista realizada el 22 de Septiembre del 2020. Entrevistador: Juan Felipe Miranda Medina.


Nadia Calmet es una bailarina, zapateadora, activista y productora afroperuana que actualmente reside en Los Angeles, en EEUU. Nadia no sólo ha compartido escenario, sino también producido espectáculos con las figuras más grandes de la música afroperuana. Habiendo comenzado con el zapateo a sus 18 años con el grupo Teatro del Milenio, Nadia es hoy una de las maestras más representativas del zapateo.

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