Entrevista a Miguel Ballumbrosio sobre el Atajo de Negritos y el Contrapunto de Zapateo
Juan: En el caso del contrapunto de zapateo hay un contraste muy fuerte entre la tradición limeña y la chinchana. En Lima se trata del escenario, mientras que en Chincha está el ritual. ¿Cuál es la diferencia entre esas dos cosas, entre ritual y puesta en escena?
Miguel: La diferencia es abismal. La diferencia es enorme porque un ritual solamente pasa en el momento, en su día, en su época y está siempre vinculado con algo, en este caso con un santo. El día corresponde con los santos. Lo de Lima es una puesta en escena. El contrapunto [en Lima] corresponde más que todo a una preocupación escénica para una competencia, tradicionalmente. Escénicamente el contrapunto también partió así, pero hoy en día el contrapunto de zapateo ya no es casi contrapunto, lo ves como coreografías donde los zapateadores, en este caso criollos, hacen coreografías y son más de dos.
El sentido del contrapunto de que yo te reto y voy a hacer lo posible para sacarte la mugre se está perdiendo.
Cuando el contrapunto pasa a escena sale de la tradición de atajo de negritos. Cuando se hizo una recopilación de tradiciones afroperuanas, y nace Perú Negro, estuvieron buscando y reclutando muchos grupos que existían en esta zona de Cañete a Chincha. Incluso a mí padre se le ofreció ser parte de Perú Negro, pero mí papá se quedó en la chacra con su herencia del atajo de negritos. Con el tiempo [el atajo] se fue convirtiendo en el zapateo criollo; hay muchas familias que han hecho parte del atajo de negritos, como la familia Lobatón, los Vásquez, los Campos, pero los abuelos. Entonces el afroperuano o el negro cuando emigra a Lima del campo va con ese recuerdo. Incluso hay grabaciones, yo tengo una grabación que está como archivo en el Centro Cultural Amador Ballumbrosio, de un atajo de negritos en el que no era un violín que acompañaba, sino que era como una especie de atajo de negritos-payas. Como recuerdo, el único atajo de negritos que existía en Lima era el de la familia Jiza, porque ellos vienen de la sierra. Hubo una época donde quisieron recuperar eso, y nos invitaron a la familia Ballumbrosio para hacer un intercambio, pero ya parecía que se había perdido eso entre ellos. Solamente los abuelos tenían el toque de la guitarra, algunos zapateos, pero después ya quedó solamente el contrapunto. Y eso es lo que ha pasado. Cuando ha emigrado el contrapunto del atajo de negritos a Lima se ha convertido en una puesta en escena, y hoy en día se conoce como zapateo criollo.
Juan: Algo así me había dicho el maestro "Lalo" Izquierdo, porque en realidad hay pocas fuentes escritas sobre el zapateo. Está este libro de Manuel Acosta Ojeda, está el trabajo de William Tompkins junto con "Chalena" Vásquez, pero cuando me puse a revisar las fuentes todas hablan sobre los posibles orígenes del zapateo pero no del origen del contrapunto como tal. No dicen en qué momento se empiezan a desafiar. ¿Tú sabes algo sobre eso?
Miguel: Estoy haciendo un libro desde hace seis años. Si Dios quiere el libro lo estoy publicando en diciembre para la fiesta de la Virgen de El Carmen, homenajeando a todos estos zapateadores que han aportado muchísimo a nuestra cultura. Mi padre me contaba que antes se desafiaban entre ellos porque el contrapunto de zapateo, como lo explico en mi libro, hace parte del ritual.
El contrapunto de zapateo en el atajo de negritos es el ascenso a un zapateador para ser caporal.
En el atajo de negritos hay rangos. Está la mayorala, está el caporal, el violinista, y son personas respetables dentro de la tradición. Entonces en una hatajo de negritos puede haber 80 personas de las cuales el 70 u 80 por ciento son niños o adolescentes. Tienes un caporal mayor y pequeños caporales; dos, tres o cuatro. Esos pequeños caporales están queriendo ser primer caporal, pero para eso tienen que tener conocimiento de las danzas que son 24; aunque en mi libro he podido recordar 27 danzas. Tienes que tener sobre todo un respeto a la tradición, y los niños ansían ser caporal. Son varios motivos por los que el niño o adolescente quiere ser caporal: porque tiene la voz de mando, otro porque se viste todo de blanco, otro porque usa contrabanda. Entonces nosotros en la fiesta de bajada de reyes [el 6 de enero], decidimos quienes se van a contrapuntear para subir al rango de caporal. Ahí viene el desafío. Puede ser en una casa X que nos invitan, porque salimos desde las 8 de la mañana hasta las 12 de la noche yendo de casa en casa. Entonces en una de las casas con los caporales decimos, “bueno, ellos están listos ya, a ver si se agarran entre ellos con el afán de subirles su rango”. Entonces el contrapunto de zapateo para nosotros es eso. Es parte de la tradición, es para darle el rango que se merece al mejor. Pero detrás de ese contrapunto hay un montón de motivos. No solamente porque le has ganado al compañero en el contrapunto llevas el título de caporal, sino porque ya tienes el respeto, los ensayos, eres puntual, hay varias reglas y normas [que el zapateador debe conocer y respetar].
Juan: Parece un sistema muy complejo. Yo tengo una imagen bien grabada de cuando fui a Chincha. Fue el 27, y estaban todos los atajos que habían venido, y pasa “Chebo” Ballumbrosio y ve una envoltura de helado tirada en el piso. Se acerca a un chico y le dice: “tú eres zapateador, ¿cómo puedes tirar una envoltura de helado al piso?”. Eso es bien interesante porque en Lima el ser zapateador no está necesariamente ligado a una ética. Un zapateador zapatea y zapatea bacán, pero para ustedes zapatear implica también un código de conducta.
Miguel: Incluso el zapateo criollo como se conoce hoy en día es más gracioso, es más mofa, más kimba. Ese cliché que la gente debe tener hacia los negros como alguien divertido, gracioso, palomilla. Hay muchos personajes dentro del zapateo que han llegado a ser eso. En vez de zapatear se preocupan más en hacer reír, en dar gracia. Tú le preguntas a cualquier zapateador de aquí del atajo de negritos, y para ellos es como una especie de burla a la tradición, porque nosotros consideramos que hace parte del zapateo. Por eso no hemos sentido en la obligación de diferenciar el zapateo criollo o zapateo limeño y después viene el zapateo chinchano que es parte de la tradición.
Si tu te das cuenta en la herencia de Perú Negro, todo lo que ha heredado el zapateo criollo, sea por “Lalo” Izquierdo, sea por Ronaldo Campos, sea por Pititi - no por Caitro, porque Caitro su zapateo ha sido más tierra - todos zapatean con la misma escuela de Perú Negro. Hay esa herencia que han seguido y siguen los zapateadores de Lima. Por eso está el zapateo limeño que es la herencia de Perú Negro.
Juan: Yo entiendo que es complicado si yo tuviera una postura de “este es mi ritual, esta es la tradición”, y alguien está haciendo algo que se parece pero que es otra cosa. ¿Cómo funciona esa aceptación de lo que los demás hacen? Para ti es como “ya, yo respeto su trabajo pero no es lo mío", o es más una postura de “no me parece que se debiera estar yendo por ahí”. ¿Cuál es tu visión de ese asunto, de ese contraste?
Miguel: Sinceramente yo soy muy crítico para eso. No con el afán de desmerecer ni nada por el estilo. Yo creo que hoy en día muchas tradiciones ancestrales se están perdiendo o tergiversando, por el simple hecho de que el afroperuano está buscando una identidad. Sobre todo mi generación, de 30 para arriba o incluso menos. Cuando veo a muchos grupos, a muchos adolescentes, que el zapateo lo meten todo en un solo saco y lo sacuden y ya está. Cuando veo agrupaciones, cuando veo a maestros de la Escuela Nacional de Folklor y a muchos profesores más de zapateo que usan banda, y usan los accesorios que están solamente enraizados en la tradición de lo que es el atajo de negritos, a mí me parece una burla, una ignorancia completamente. Como te digo soy muy critico, he visto amigos que han hecho eso. Yo no soy de poner cosas en las redes, sino de decirles que lo que están haciendo es un insulto para la tradición. No sé si lo más puro, o lo más histórico en las tradiciones afro donde hay inclusión de razas y de géneros es el atajo de negritos. Porque es una tradición que habla de la historia del Perú, tanto del surgir del negro y del andino, del complemento y del aporte de ambas culturas, de ambas etnias. Para mí utilizar esta tradición como una puesta en escena sin entender por qué me pongo una banda, es un insulto, un atropello.
Hoy en día [los cultores de atajo] estamos más preocupados porque como se ha declarado [el atajo de negritos] como patrimonio cultural intangible [en la UNESCO], hay muchos que se van a dar con el motivo o con el aval de utilizar esta tradición. No sé si tú has podido comprobar que dentro de la tradición no se lucra. Recibir un sol por esta tradición si no es padrinazgo es para nosotros un sacrilegio. Dentro de la agrupación de la familia Ballumbrosio, dentro de la musicalidad tenemos una mínima parte de muestra de la tradición que es una especie de popurrí. En ese popurrí tenemos cuatro danzas que se resumen en un minuto cada danza, pero lo hacemos con el afán de bendecir el show, de abrir, de decirles “somos esto”. No somos “mueve tu cucú”, si lo puedo explicar así. No somos una parodia de la música afroperuana, venimos a transmitir, a hacerles bailar pero con transmisión. Cuando veo a un grupo que esta haciendo atajo de negritos, o simplemente está haciendo una coreografía de zapateo criollo pero con banda y todo eso, para mí es un atropello. A raíz de eso nosotros como centro cultural hemos recaudado firmas sobre todo para ir directamente en contra del Elenco Nacional de Folklor. Ellos tienen una puesta en escena donde para ellos es una estampa peruana, pero
nosotros no nos consideramos estampas peruanas.
El director se da la atribución para él hacer estampas peruanas. El año pasado hizo un homenaje a mi papá sin pedir permiso a la familia. Nuestro reclamo es que se asesore. ¿Por qué no llaman a un caporal, o a una persona del lugar donde puede asesorarse más? y sobre todo consultar con los cultores si están de acuerdo en poner en escena sus tradiciones, no solamente con el atajo de negritos sino con muchas tradiciones de la sierra, tradiciones ancestrales que ellos tienen en escena. Yo creo que son formas. Hay entidades que dicen que protegen los pueblos vulnerables, los pueblos afroperuanos o los pueblos andinos vulnerables, pero vienen y chapan y chapan y chapan y no dan crédito. Eso es lo triste, que a veces somos utilizados por nuestra misma gente. Hay que poner un pare. Hay que poner una posición. Si tú quieres hacer algo es consultar, y si a esa gente no le parece entonces hay que respetarlo. Es lo más propio. Sobre todo para una tradición que es la única tradición que educa y reafirma tu identidad. Creo que hay que protegerlo y cuidarlo, ir con ese sentido.
Juan: Es muy fuerte lo que me dices y entiendo tu molestia. Que alguien haga un homenaje a tu padre y no consulta con ustedes para ver cómo lo va a homenajear de una forma que represente el pensar de tu padre, sus valores, es problemático.
Miguel: Sí, mira, incluso cuando vino “Chalena” [Vasquez] con Tompkins en 1975 llegaron en una fecha que no corresponde al atajo de negritos [buscando investigar]. Mi padre, Amador Ballumbrosio, y José Lurita se dieron el tiempo de informar, porque eran ellos que tenían que informar. Entonces Tompkins y “Chalena” respetaron al pie de la letra todo. Para ellos hasta el día de la muerte de “Chalena” es un ritual, y así lo respetó. Inclusive en sus investigaciones de la sierra ella es muy respetuosa. Eso es lo que el cultor necesita o quiere.
Pero también se han hecho tantas cosas con la tradición, lo puedes escribir. Susana Baca es cercana a la familia. Ella hizo un disco que se llamaba Navidad Negra, algo así, donde tenía muchas danzas del hatajo de negritos, pero con qué derecho, con qué permiso, con qué autorización musicalizó esas danzas que evidentemente las hacían los atajos de negritos de El Carmen, que son dos. Ahí viene una confusión, porque si tú quieres resumir las danzas, no todas son panalivio, simplemente son danzas del atajo de negritos. Panalivio para nosotros es una danza, una única danza panalivio. Como en Lima panalivio es el toque de cajón, que para nosotros es el lamento aquí en El Carmen. Hay muchas cosas que se confunden con el simple hecho de dar una posición como investigador. Yo no soy investiagador, pero yo me he empapado del conocimiento de mis abuelos como persona y como cultor de este legado oral que tenemos. Eso me choca, que siempre tenga que haber alguien que reafirme algo que no existe. Simplemente por el hecho de decir, “el maestro fulano, él dice que tal cosa es así, que esta danza se llama así”. No, está todo en la memoria colectiva. Entonces es importante respetar eso. Con Susaca Baca para mí fue y para la familia fue algo muy chocante en el sentido de que se hizo un homenaje a la tradición sin ningún crédito, sin ningún aval. Para nosotros fue fuerte, que me llegue un disco y que ese disco tenga danzas del hatajo de negritos musicalizado sin ninguna consulta, sin ningún respeto a los cultores del pueblo. Eso hay que terminarlo. Es muy simple querer investigar pero con el afán de publicar de sentir respeto a la tradición.
Juan: Ahí se me abre la curiosidad, porque entiendo que estuvo mal manejarlo como lo hizo Susana, pero para ti cuál hubiera sido la forma adecuada? Digamos que ella quiere musicalizar ciertas danzas como el panalivio y el zancudito, ¿como debió haber procedido ella?
Miguel: Yo creo que lo más formal sería, uno, consultar a los cultores porque son los únicos que hacen esa danza. Hay un montón de atajos de negritos en todo el valle de Ica, pero los únicos que siguen haciendo estas danzas, gracias a mi papá que nunca cedió, es el atajo de la familia Córdoba y de la familia Ballumbrosio. El mínimo respeto de consultar con ellos. Dar el aval de respeto de las estrofas. Yo no puedo cantar un tema relacionado con el arrrullamiento y cambiarle o aumentarle, eso crea confusión. Por ejemplo yo no puedo cambiarle: " a la rro-rro-rrito, a la rro-rro-rro, dúermete mi niño por amor de Dios", que es la tradición, y decir "a la rro-rro-rrito, a la rro-rro-rro, duérmete Pedrito por amor a tu papito". Eso es un atropello. Así sucesivamente, va a venir otro y va a cambiarlo, y luego viene otro y va a cambiarlo. Entonces tú como persona que quiere investigar más sobre esa tradición te confundes. Porque Susana Baca es una persona representativa de los afroperuanos, para muchos extranjeros lo que ella cante va a misa, entonces se presta a la confusión. Yo como cultor, o como persona representativa de mi tradición, yo no puedo estar confundiendo a la gente, simplemente por el hecho de reafirmar mi posición.
Juan: Entonces digamos que el primer momento que tiene que haber cuando se desea musicalizar o representar cualquier cosa es el de consultar a los cultores y entrar en diálogo para ver qué es lo que se puede hacer juntos, no al margen de ellos.
Miguel: Exacto. Porque sabemos el potencial que tiene, por ejemplo, en este caso, La Escuela Nacional de Folklor. Ellos son bailarines profesionales, tienen una puesta en escena, tienen todo un cronograma, un sistema, tienen una subvención.
Yo creo que lo mínimo que debe haber es una apertura a los cultores y consultar, si está chocando con el ritual, si se puede hacer esto o se puede hacer lo otro.
Es simple. Muchas personas piensan a veces que “en la familia Ballumbrosio somos muy cerrados, por eso nadie consulta”, pero sino quién va a proteger esto. Es simple, es consultar y darle su lugar a las cosas y a las tradiciones.
Entrevista realizada el 7 de Agosto de 2020.
Miguel Ballumbrosio , uno de los 15 hijos del maestro Amador Ballumbrosio, es un destacado músico y zapateador oriundo de El Carmen, Chincha. Miguel Ballumbrosio es uno de los cultores más importantes de la tradición del atajo de negritos, y es también fundador y director del Centro Cultural Amador Ballumbrosio, un espacio que busca involucrar activamente a la comunidad de El Carmen para impulsar procesos de cambio que beneficien a la comunidad.
Comments